Después de tantas semanas (meses quizás?) sin escribir en el blog, ayer escribí sobre los Community Managers. Cae bastante lejos de lo que me ocupa últimamente, pero ayer un montón de cosas se condensaron por una conversación de bar.
Al cabo de algunos minutos, poco antes de los retweets provocados por Yoriento, recibí un email de un Community Manager de una importante empresa tecnológica. Caray, pensé, qué impacto. En el email decía que seguían mi blog desde su empresa y que me adjuntaba información que me resultaría interesante: te enviaré información de ******, siempre y cuando pueda adaptarse a tus intereses o al de tus lectores.
Qué bien. Si este chico me manda algo que me resultará interesante me ayudará a saber qué transmito que me interesa a través del blog. A continuación, a modo de ejemplo, me mandaba un artículo sobre un software que permite a los usuarios liquidar el IBI por internet.
Me sorprendió. Por qué debería interesarme esta aplicación? Se supone que debería despertar el bloguero que llevo dentro y escribirlo? No noté ningún cosquilleo.
No había usado el formulario de contacto de mi blog sinó mi email. Me dió por mirar la cabecera del mail. No aparecía mi dirección. Había mandado un mail masivo? Releyendo el mail, no estaba personalizado. Ni un “buenos días, David”. Uy.
También ayer recibí un mail extraño. Provenía de una web de aparatejos y gadgets china. Me decían que yo era cliente suyo y que me mandaban la newsletter. Hm… no recuerdo haberles comprado nunca nada. Al querer darme de baja, el formulario no funcionaba.
Encuentra las diferencias entre los mails. Qué pena que un email de un Community Manager me inspire lo mismo que un spam chino.
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