La semana pasada, después de hablar con una persona, me di cuenta de algo que me ha estado rondando por la cabeza durante casi cinco años. Hace mucho tiempo empecé a escribir este blog. Entonces me focalizaba en recursos humanos. Iba a ver a mis clientes y les contaba aquello que yo había leído en foros y blogs de (principalmente) Estados Unidos, pero si me hubieran puesto al cargo de la implementación dentro de sus empresas… no hubiera sido capaz. Como mucho (y es lo que hacía principalmente) era ayudar a empresas a mejorar sus procesos de selección en InfoJobs, viendo los resultados que obtenía con otros clientes y proponiendo mejoras basadas en la experiencia. Era un fan del reclutamiento 2.0 y un experto en reclutar a través de InfoJobs.
Con el tiempo me he topado con decenas de fans que, como yo, han leído mucho y han escrito mucho sobre un tema. Algunos se autodenominan “expertos”… pero el título sólo se consigue a través de la experiencia (ver etimología de Experto).. sinó eres un fan. Un gran fan, incluso… pero no un experto! Una persona que sólo hace retweets de grandes frases sobre su temática favorita es un fan. Una persona que te hace largas presentaciones con una jerga técnica sobre como debería ser el mundo es un fan. Los que cambian las cosas para conseguir cosas son expertos.
He hablado con mucha (mucha) gente sobre innovación en los últimos años, he leído muchos (muchos) libros y artículos sobre el tema, pero pocos (muy pocos) han sido capaces de salirse del mundo de la teoría cuando preguntas cuál es el primer paso a realizar para implantar un modelo efectivo de innovación. Creatividad, dicen unos. Experimentación, dicen otros. Métricas, los de más allá. Contar con el usuario, los de más acá. Pero cuando llegas a tu mesa y ves a toda la organización con sus inercias… dónde encajas todo eso sin hacer borrón y cuenta nueva, amigo? Lo bueno de todos esos fans que escriben, hacen retweets, mandan mails, etc. es que al final me he dado cuenta que, en el fondo, los elementos con los que hay que jugar para establecer un modelo funcional de innovación no son tantos. Lo más complejo (y por lo que una empresa está dispuesta a pagarnos un sueldo) es el arte que encaja el modelo teórico en una organización que ya está rodando y la alinea para obtener un resultado.
Y tengo que admitirlo, aún no me considero experto. Pero ya casi lo tenemos!
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