Has vist que bé que he parlat? Quin discurs tan ben trabat! Quins principis clars i ferms, dignes d’un home de seny. (Has visto que bien que he hablado? Que discurso tan bien armado! Que princios claros y firmes, dignos de un hombre sensato). Así reza una de las letras de Manel y que me ha venido a la mente un par de veces en los últimos días.
Es muy fácil hablar desde la teoría. Lo bien que estaría hacer esto o lo otro, pero lo realmente difícil es hacer lo que toca hacer, cuando toca hacerlo y que además acabe funcionando.
El papel lo aguanta todo (y desde un púlpito, no veas)
Tuve la oportunidad de hablar hace unos días con una persona considerada como experta en redes sociales, con uno de los discursos más bien armados que conozco. Suelo coger con pinzas todo lo referente a esta temática y no pude evitar preguntarle qué resultados había obtenido en su empresa mediante el uso (casi abrazo) de las redes sociales. Bajó la mirada, levantó las cejas y torció la boca: primero, inmedible; segundo, imperceptible.
Como decía hace poco en otro post, yo he sido de aquellos que intentaba vender desde las ideas y sigo creyendo en el valor de un feeling. El problema de esto está cuando, con un discurso “bien armado” puede hacer que la gente crea que lo que les decimos funciona. Por qué estos gurús-conferenciantes casi nunca dan datos de las cosas que nos dicen que debemos hacer? Cuántas de las prácticas que predican han puesto personalmente en práctica? Qué resultados han obtenido? Lo mismo pasa en innovación. En los libros y en las charlas todo es la maaaaaaaar de bonito, pero qué resultados se obtuvieron? Un antiguo jefe solía decir muy a menudo: “y éste, contra quien ha empatado?” (Una versión de “el rey va desnudo“).
Y ahora qué?
Después de la charla vienen las preguntas interesantes. Y cómo traslado esto a mi organización? Tener cientos de amigos en Facebook, estar en todos los algo&twits… para qué? Crowdsourcing, gamification, el mismo discovery-driven, creatividad… con qué objetivo? Nos perdemos en lo cool/trendy de las soluciones y nos olvidamos que luego eso hay que llevarlo puesto sin que no se nos salgan los michelines o romper las costuras. Por qué en las tiendas de ropa de cierto nivel el personal te ayuda a escoger la ropa que mejor te siente y te asesora sobre qué complementos van a juego? Porqué quizás lo importante no es la teoría sino en saber lo que toca hacer, cuando toca hacerlo y que además acabe funcionando.
Glotones. El pecado de la gula.
Otro aspecto importante es la cantidad. Interesante la frase de David Packard, cofundador de una pequeña (ironía) compañía llamada Hewlett-Packard: More organizations die of indigestion than starvation. Es muy fácil quedar deslumbrado (information overload) por las posibilidades que el mundo nos ofrece o las técnicas que “fácilmente” podríamos aplicar desde hoy. Es muy fácil hincharse a retweets o mandar mails a nuestros compañeros con las buenas ideas que vemos a lo largo del día, lo difícil es saber cuál de ellas hay que escoger, saber cuando toca hacerlo… y no me quiero repetir más. Es por todo esto que una de las políticas en las que estoy trabajando es en hacer públicos todos los retos (y sus propietarios) en los que estamos trabajando. Es un primer paso para hacer que la gente tome consciencia de qué ideas pueden sumar más en cada momento y quien es el mejor destinatario.
Por cierto, acabo de terminar de escuchar Delivering Happiness y estoy a punto de terminar de leer Discovery-Driven Growth. Delivering happiness será el regalo que voy a hacer a un montón de gente estas navidades.
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