Ayer vi un reportaje sobre el proceso de diseño y construcción del Aston Martin One-77. Me gustó especialmente un aspecto: su comercialización. Me pareció un ejemplo muy bueno sobre el concepto de pretotipaje en innovación.
El Aston Martin One-77 es un coche fabricado artesanalmente. Se mostró por primera vez en el salón de París de 2008… pero no se mostró por completo.
Se rumoreó que el coche no era más que un prototipo pero, a pesar de eso, Aston Martin desveló diversos detalles extra:
- que el coche costaría un 1.000.000 £ (1.200.000 €)
- que para conseguir uno se debía pagar una paga y señal de 200.000 £.
- argumentó la astronómica cifra con características sorprendentes: hecho completamente a mano, 750 caballos de potencia, una velocidad máxima de 320 kilómetros por hora, con fibra de carbono, aluminio y tecnologías utilizadas en la fórmula 1.
- serie limitada a 77 unidades.
Cuatro años después, aún creo oir el rechinar de dientes de los fanáticos de la marca que querían conseguir una joya (en potencia aún) tan exclusiva. A pesar de no ser un coche real, consiguieron que varios compradores se interesaran y adelantaran la paga y señal. Con ese primer ingreso empezaron la construcción y entregaron el primer modelo a finales de 2009.
Este es un ejemplo claro de un modelo de gestión de producto en innovación. La moraleja es que no hace falta tener un producto perfectamente terminado para poder venderlo (ni siquiera un coche!): sólo hace falta explicar bien el producto, gestionar correctamente las expectativas (de tiempo, dinero y servicio). Hay que ser atrevido pero honesto.
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