En mi época en el colegio, los buenos estudiantes acababan en la Universidad y los malos acababan en un agujero negro de deshonra que se llamaba formación profesional.
Aquellos que fueron enviados a las galeras de la educación, ahora son los más buscados del panorama laboral.
En los últimos años hemos vivido la escasez de lampistas, paletas, mecánicos, planchistas, pintores, soldadores… y como las implacables leyes del mercado han hecho que su valor suba como la espuma.
A ellos (sin mono azul) debemos añadir modistas, patronistas y otros oficios en los que falta mano de obra.
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