Hoy he ido a tomar un café con una de las chicas que nos ha estado ayudando con Austria. El martes se vuelve para casa y teníamos un café pendiente.
En la conversación me ha estado explicando lo que ha aprendido estos meses en Barcelona y luego me ha preguntado si yo había aprendido algo. No me esperaba la pregunta, pero para responderle he verbalizado algo que me tiene fascinado desde que empecé a trabajar con estos austríacos (germánico-pensantes): su exactitud.
Es increible la capacidad que desarrollamos de vivir envueltos en zonas de grises. Ahora me doy cuenta de lo distintas que son nuestras formas de pensar: yo puedo llegar a vivir más o menos tranquilio sabiendo un trozo de madera mide “dos palmos” (incluso sabiendo que mi palmo y tu palmo son distintos), pero veo que existe gente que no puede vivir si yo no le digo que mide 45 centímetros.
Para mi ha sido una experiencia muy curiosa el tener que salir de mis moldes mediterraneos para darles los datos (fechas, importes, cantidades, etc.) de forma que se sientan cómodos.
Sophie, esta es una de las cosas que yo he aprendido. Gracias por todo!
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